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El hijo del Sol
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El Inca o el hijo del Sol

El inca era considerado como un ser sagrado, quien directamente provenía del mundo de los dioses. En este caso era el hijo del Sol, ya que el Sol era la máxima deidad en todo el territorio conquistado y conocido como el Tawantinsuyo. Este imperio que logró expandirse por gran parte del actual América del Sur. Cómo máximo representando del Estado tenía en su dominio a la población, la agricultura de la zona y todos debían de obedecer las órdenes que este impartía. Conoce más de este imponente linaje que logró fraguar un imperio bastante extenso en terreno agreste y complicado.



Inca
El hijo del Sol

El Inti o dios Sol

La máxima deidad de todos los dioses era el Inti o sol. Toda la población del Tawantinsuyo debía participar en los adoratorios. La forma de adorar involucraba a todas las personas de un ayllu en multitudinarias y complejas ceremonias. A la par eran acompañados con danzantes y música, de esta manera, los ritos tomaban largas horas. Durante las celebraciones al Inti y al resto de los dioses también se realizaron ofrendas de animales, en su mayoría se ofrendaban llamas. En algunos casos se hacían ofrendas de vidas humanas, las más conocidas son las capacochas.

El imperio incaico se basó en un sistema económico que se expresaba en la agricultura. El dominio se daba del control de tierras era precisamente para generar espacios y terrenos de cultivo. Gran parte de estos terrenos eran de uso exclusivo para las ceremonias y en agradecimiento al dios Sol o Inti que, como ya lo mencionamos, era la deidad suprema. Una prueba de esta eminente posición es que en todos los recintos más importantes del Tawantinsuyo, se encontraba un templo dedicado exclusivamente a él. Siendo el más grandioso y espectacular el que se encuentra en Cusco, el Coricancha.

Cusco fue la capital de todo el Tawantinsuyo, en este templo se podía encontrar planchas de oro que recubrían todos los muros del recinto. La representación que le hicieron al Inti era una pieza enorme de oro con incrustaciones de metales preciosos. Cada amanecer esta figura recibía los rayos del sol y el resplandor se expandía por todo el templo. Tras la conquista, todos los metales como el oro y la plata fueron fundidos y llevados a España.

En cuanto a la mitología incaica, el Inti o Sol, era considerado como la máxima deidad porque se le consideraba como el dios de la vida. Los rayos del astro sol son capaces de dar vida, especialmente cuando se habla de agricultura. Entonces el sol era importante para conseguir alimentos y así toda la población pueda mantenerse. Este dios envío a sus hijos para que pueda proteger a todas las personas. El principal representante sería el Inca considerado como una deidad entre los mortales.


El inca o hijo del Sol

El encargado de representar a la máxima deidad en el mundo terrenal era el Inca, quién fue la máxima figura y representante de todo el Estado que gobernó el Tawantinsuyo. El inca era el encargado de dirigir las campañas de guerra o elegir a sus generales para dichas funciones. También era el encargado de garantizar y custodiar que los bienes se manejen de forma adecuada.

El sistema para repartir los bienes de todo el Tawantinsuyo consistía en hacer una tripartición. Es decir, se generaban 3 reparticiones de bienes. Un tercio de los bienes o de la cosecha obtenida, iba dirigida para el Inca, el segundo tercio era destinado para las ceremonias y el culto del Sol y otras deidades. El último tercio quedaba en las colcas de la comunidad.

En algunos casos la repartición podía variar según las riquezas obtenidas. La posesión privada solo tenia potestad en los dominios del Inca. De esta forma, se administraban sus bienes en su panaca o familia real. Siendo el linaje, el lazo más importante para comprender a los integrantes de toda la panaca. También se encargaban de enviar una porción de alimentos a los curacas y orejones.

Fue considerado como un ser sagrado, siempre era trasladado en andas durante las ceremonias especiales como el Inti Raymi. Se dice que el agradecimiento del pueblo era tan grande que al verlo pasar, le obsequiaban frutas, flores o algún otro producto como ofrenda. Tras su muerte, era momificado para que continuasen con la adoración como un soberano tanto en esta vida como en la otra.

El inca puede ser comparado con un rey europeo, solo que con más poder al considerarse como hijo directo de la máxima divinidad del Tawantinsuyo. En tal sentido la elección del nuevo inca o el sucesor iniciaba luego de su educación. El hijo mayor era considerado como favorito a sucesor, pero eso no era todo. Todos los hijos del inca podían competir en una serie de pruebas, donde los dioses serían los encargados de elegir al nuevo hijo del Sol. Siendo la lluvia la principal clave para entender el deseo de los dioses.

Durante los últimos gobiernos, los incas eligieron a su sucesor de entre sus hijos predilectos o a quienes veían capaces de lograr expandir más el territorio del Tawantinsuyo. Esta elección inició con Huiracocha Inca que puso al trono a Inca Urco, quién con el tiempo fue opacado por las hazañas de Cusi Yupanqui, quien más adelante sería conocido como el Inca Pachacútec a quien se le atribuye la hazaña de destruir a las chancas.

La élite de todo el Tawantinsuyo se dividía en dos zonas con funciones diferentes. El Hanan Cusco y el Hurin Cusco, estas dos panacas, se disputaban el gobierno o la soberanía. Sin embargo, se consolidaron durante el gobierno de Inca Roca, quien intervino. Colocando a la dinastía Hanan como posibles monarcas, encargados de lo político y militar; mientras que los Hurín serían los encargados del dominio religioso y el orden secular.

El inca plaza de armas Cusco
Representación del Inca – Plaza principal del Cusco

Algunas veces se confunde la denominación de Inca para designar tanto a los soberanos del Tawantinsuyo como para nombrar a la gente común o hatunruna del imperio. Este error de nomenclatura, confunde mucho a quienes no se dedican a los estudios históricos o antropológicos. Los incas pertenecieron a familias reales, ellos eran la representación terrenal del Sol o Inti, máxima divinidad en la mitología del incanato. Mientras que los hatunruna, servían como mano de obra y de infantería para el Estado.


El Hatunruna

El hatunruna o “gente común”, eran las personas que le debían pleitesía al inca. Todos los pobladores libres debían seguir todas las ceremonias en honor al dios Inti y al mismo Inca. La forma de pagar impuestos se realizaba por los trabajos en agricultura o construcción. Ellos eran organizados en ayllus, una comunidad de varias familias que descendían de un mismo ancestro, algunos de estos ayllus tenían una deidad propia.

La población en general era registrada en un sistema especial de medición conocido como los quipus. Aquí se podían registrar las cosechas, los nacimientos, las muertes y hasta los matrimonios. También era posible encontrar el número de soldados para el ejército, el número de agricultores y constructores. Todos los hatunruna, tenían como deber trabajar para el Estado, desde determinada edad.

El estado organizaba la vida de la población desde el momento de su nacimiento. Al momento del matrimonio obligatorio, se fijaba un lugar para que las futuras familias puedan vivir y traer al mundo un niño o niña. Los niños hacían tareas acordes a su edad y sexo. Los matrimonios eran masivos entre jóvenes de 20 y señoritas de 16 años aproximadamente. El Estado se encargaba de darles un terreno y dos llamas al momento del matrimonio.

Estos ayllus fomentaban espacios seguros para toda la familia, es decir, al tener todo el mismo linaje se apoyaban de mejor forma. También resultaba importante pues el sostén existía, en caso queden niños huérfanos, mujeres viudas o ancianos. Los varones rotaban sus funciones como agricultores, soldados o constructores. Las mujeres en algunos casos podían ser escogidas y llevadas al Templo del Sol, siendo las únicas que podían confeccionar la ropa del inca, sus alimentos y bebidas.


 

Por Ticket Machu Picchu – Ultima actualización, 16 agosto, 2024